- DIRECCIÓN
- FECHA DE CREACIÓN
- DESCRIPCIÓN:
En medio de un vasto
paisaje verde, amplios senderos forman laberintos que conducen a excavaciones
cubiertas, para resguardar lo que esconden. Los senderos emanan un perfume
fusionado de los aromas que expulsan las plantas endémicas de Quito como la
chilca, helechos, uvillas y arrayanes. Mientras se disfruta de
este fresco perfume silvestre, los viajeros continúan adentrándose por esos
caminos sin imaginar que en un punto lejano existen espacios profundos que
conservan restos de los primeros habitantes de Quito, que los arqueólogos
localizaron en nueve unidades de investigación, a lo largo de 35 hectáreas de
extensión. Uno de los senderos
conecta a una gran excavación rectangular que tiene diferentes profundidades.
Se unen unas a continuación de otras y forman gradas, que permiten ascender o
descender entre los distintos niveles. En ese espacio los visitantes pueden
descubrir el patrimonio de Quito que alberga el Parque ecológico y arqueológico
Rumipamba. Ubicado en la avenida Mariscal Sucre y Mariana de Jesús, constituye
uno de los lugares que ha sido levantado en medio del desconcierto de quienes
lo descubrieron.
Fue en 1990, cuando en
el lugar estaba previsto construir un gran conjunto habitacional. La
inmobiliaria empezó la obra, pero mientras levantaban las edificaciones un
obrero descubrió restos humanos en una vasija y avisó al arqueólogo Alfredo
Santamaría, que era amigo suyo. Él dio aviso al Municipio y se paralizó la
edificación hasta realizar los estudios respectivos. Tras una excavación
dieron con un gran hallazgo: osamentas, vasijas, grandes muros y hasta los
restos de viviendas. Así se declaró al lugar como un espacio patrimonial. El recorrido dura
alrededor de 90 minutos. En ese tiempo, los visitantes viven la experiencia de
descubrir el patrimonio en una de las excavaciones, con ‘El arqueoloco’. Es un
personaje que simula el trabajo del arqueólogo y lo transforman en una tarea
divertida. El acto se inicia con una invitación para que los turistas
desciendan a la profundidad y busquen entre la tierra. Ellos usan pequeñas
palas, bailejos y brochas. No les importa ensuciarse. Se hincan o se sientan y
empiezan a cavar. Si tienen suerte,
encuentran trozos muy pequeños de vasijas que fueron escondidos por los
mediadores. El hallazgo causa sorpresa entre los asistentes, quienes pueden
llevarse a su casa lo que encontraron. “Esta es una forma que se ha ideado para
que los visitantes custodien y se apropien del patrimonio de Quito. Así se
genera conciencia de lo que tenemos”, explica Bernarda Ycaza, coordinadora del
parque.
La siguiente excavación
muestra largos muros que no superan los 80 cm. de alto. La infraestructura
evidencia la ocupación del sitio entre el período de Desarrollo Regional y
Formativo (500 años dC). Grandes piedras los componen y se extienden de norte a
sur y de este a oeste a lo largo de 100 metros. Se dice que eran
divisiones urbanas que marcaban espacios de vivienda o de rituales. Lo
llamativo: entre piedra y piedra hay cráneos humanos, distribuidos al azar.
Ellos miran hacia el Guagua Pichincha. “Se cree - agrega Ycaza- que se los
ubicó como algo ritual o simbólico, pues la montaña les proveía de agua,
lluvia, pero también de eventos que hicieron que la gente saliese, cuando había
erupciones”. Al descender por el
parque se llega al Museo de Rumipamba. Funciona donde antes era una gran
hacienda. Allí se encuentran varios objetos y osamentas. Estos, así como otros
vestigios hallados en Quito, han sido analizados en el laboratorio que se
instaló en el sitio.
El recorrido continúa a
través de los culúnculos, que son caminos cubiertos por vegetación. Parecen
túneles y dentro de ellos, el ambiente se torna más fresco. Si los visitantes
son altos deben agacharse. Estos senderos escondidos servían a los antiguos
pobladores, en especial del noroccidente y también a los tsáchilas, para
transportar productos entre las regiones o para el descanso. Uno de ellos conecta
con los bohíos. Así se denominan a las casas de los antiguos habitantes, que se
componían de barro y paja. En ese espacio se ambientó cómo vivían, sus talleres
de trabajo y hasta cómo eran sepultados. Los restos fúnebres se enterraban en
el exterior, junto a la casa. Algunos hallazgos se mantienen intactos y “muestran
que se los ubicaba en posición fetal, en dirección al Sol, pero mirando hacia
el Pichincha. Junto a ellos dejaban un fiambre, que contenía la comida que se
llevaban al más allá”.
La caminata es larga en
Rumipamba. Hay tanto que mirar y conocer que entre paso y paso, el tiempo no se
calcula. Las plantas, testigos del transitar de los casi 2 100 visitantes que
mensualmente llegan al sitio, emanan otros aromas. Son las especies medicinales
que sirven para curar enfermedades de forma natural, como la manzanilla y el
toronjil.
- MULTIMEDIA
Enlace Web: http://www.quito.com.ec/que-hacer/ecoturismo-y-naturaleza/parque-ecologico-y-arqueologico-rumipamba
- INFORMACIÓN
HORARIOS: Miércoles a Domingo 08H00 A 16H00
COSTO: Gratuito
Teléfono: 295 7576
Correo: bicaza@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario